Con el 25, defendiendo la Puerta del Carmen, Leo Franco. Se vio poco su camiseta roja en los encuadres de la televisión y ese, sin duda, es un indicador de cómo se desarrolló el partido de ayer, controlado de principio a fin por el Real Zaragoza cuyos jugadores estaban absolutamente concienciados de la transcendencia de lo que había en juego. El meta argentino tuvo dos intervenciones reseñables, en la primera sacó un tiro durísimo de Silva desde fuera del área, en la segunda, desgraciadamente no puedo hacer mucho con el gol levantinista. Sin embargo, fue importante ver cómo el argentino mantuvo la tensión y la atención durante los 93 minutos.
Con el 2, nosotros decidimos y él ejecuta, nuestro gladiador, Carlos Diogo. A veces no entendemos por qué hace lo que hace, por qué se emplea con esa dureza en jugadas que apenas tienen peligro o por qué no tiene la prestancia defensiva que debería y nos lamentamos de que no haya recuperado la velocidad necesaria tras su grave lesión. No obstante, la inclusión de Diogo ayer en el esquema táctico supuso que la banda izquierda de los valencianos estuviese más pendiente de defenderle que de atacarle.
Con el 3, arriba y abajo olisqueando el balón, incansable el jabalí Paredes. Lo mismo que con Diogo pasó con Javi Paredes. El gesto de Aguirre, justo antes de empezar el partido, fue claro agitando la mano como un guardia de tráfico dando paso hacia la portería de Munúa.
Con el 8, amamantado en los pechos del zaragocismo para ser fútbol en estado puro, Ander Herrera. Las finales se juegan para ganarlas y las promesas están para cumplirlas y Ander Herrera no defraudó. Si analizásemos la cadena de ADN de este chico seguramente encontraríamos el gen león, lo ha sido aquí y lo será en San Mamés. Mucha suerte compañero y vuelve pronto con ese tiralíneas que tienes en tu bota derecha, con ese desparpajo contagioso. Ayer volvió a vaciarse y aunque su juego sea tan variable es uno de los nuestros invariablemente.
Con el 9, es gol, es hueco, es pase, se mueve, es Ike, es Uche. Metió el segundo de los cuatro goles que encajó ayer el portero granota y que fue anulado por un justísimo -o injustísimo, según se mire- fuera de juego. Es una pena que en los últimos partidos haya perdido ese olfato goleador que tanto nos ayudó en los inicios de su regreso pero es fundamental para este equipo su presencia en la vanguardia, moviendo a la defensa rival y abriendo el hueco por el que entran sus compañeros de segunda línea.
Con el 14, de pie y ovación, ¡oh, capitán, mi capitán!, tus huestes te saludan, Gabriel Fernández, Gabi. En la segunda línea más goleadora de la primera división, en ese centro de campo humilde y tan poquita cosa, justo ahí es donde Gabi se ha empeñado en hacer bombear el corazón de un difunto embalsamado y casi, casi enterrado. Fue el héroe, fue la salvación, fue el que hace tres años se tapaba la cara sobre el césped mojado de Mallorca y era incapaz de sofocar las lágrimas, el que se dejó el estómago en Xerez por devolver a este club donde siempre debe estar. Nuestra niñera, el que nos arrulla para que nada malo nos pueda pasar. El mismo que ayer engarzó dos balones en las redes de lo más hondo del zaragocismo para rescatarlo de su naufragio, el aprendiz de mago que recogió el aliento de esas 12000 almas en tránsito y lo convirtió en un derechazo de libre directo desde el mismo borde del área justo antes de irnos al descanso. Luego, cuando los minutos pasaban lentos y patosos, hizo buena la jugada comandada por Jorge López y el pase de Braulio, armó la pierna igual que si no hubiese nada más después de aquello y fusiló al filo de la medianoche a los fantasmas del descenso. Si Ander ha mamado zaragocismo, Gabi ha hecho de la Romareda su particular patio del colegio donde aprender a crecer, donde zamparse los bocadillos de nocilla de la merienda de su adolescencia futbolística.
Con el 17, siempre al acecho, siempre veloz, era minino y llego a ser lince, Don Ángel Lafita. Donde hubiese un balón, donde hubiese una posible rendija, donde hiciese falta un apoyo allí estaba Angelito Lafita. Debería negociar derechos de imagen por el partido de ayer porque en cada uno de los fotogramas de esta hermosa película aparece él. Aparece su sufrimiento y su voluntad de sacrificio por una camiseta que es la suya. Parte de los hilos que la tejen. En el Ciutat de Valéncia realizó una labor incansable cayendo a banda y sujetando la pelota lo más cerca posible de la portería rival. Y es que ese era el objetivo de este equipo ayer, desde el minuto uno la única opción era la victoria y no hubo lugar para la especulación ni para la deserción.
Con el 19, el walkie-talkie del Real Zaragoza, corto y cambio, Paolo Da Silva. Si no hubo mucho trabajo para Leo Franco es porque la defensa se ubicó lo suficientemente adelantada como para ejercer la presión en los límites del círculo central. Para que esta situación fuese sostenible hacía falta que tanto Da Silva como Jarosik estuviesen impecables en el corte y la anticipación y así fue. Imposible para Stuani y Rubén pasar de las torres de vigía que tenía asentadas el Real Zaragoza para defender su territorio.
Con el 20, el hombre que vino del INEM con una gambeta bajo el brazo, Said Boutahar. El primer goleador de la noche pese a la decisión arbitral de no dar por válido ese gol que el holandés definió con temple y oficio. Es un jugador de sesenta minutos pero sus tres cuartos y su mala idea con el balón en los pies vale por todo el juego de este equipo. Es la pieza que encaja perfectamente en un puzle incompleto.
Con el 21, como decimos en Chequía, échatelo a los pies que abriga, Jiri “Jarosiko” Jarosik. Nada que decir de la actuación del checo en la noche de ayer. Brillante como sabemos que es, funcionó de “Y” en el tirachinas blanquillo.
Con el 23, pule, limpia y da esplendor, no es la RAE, es el jefecito Leonardo Daniel, Ponzio. La goma para impulsar el ataque maño es él. Nunca fue bueno con los pases, lo sabemos desde que con tan sólo 19 años llegó desde Rosario (Argentina) para formar parte del último equipo campeón que habitó la Romareda. Han pasado muchos años, casi diez, y ha crecido, se ha hecho mayor en su puesto natural de cinco argentino. El balón es suyo y de nadie más, chico avaricioso y egoísta que no comparte su juguete porque sobre todas las cosas sabe que en ese esférico anidan las esperanzas de su gente, de su hinchada blanquiazul. No fue menos en la gran final.
Con el 16, la rica salsa canaria se llama Braulio. Ni muy bueno ni muy malo, ni con gol ni sin él, ni asistente ni rematador pero siempre presente y arrojado. Eternamente intentándolo, ayer cedió la gloria a Gabi en el segundo gol y luego siguió corriendo hasta el final, luchando cada opción.
Con el 7, y dicen que tienes horchata en la piel y es que estás hecho del fútbol del fino, Jorge, Jorgito, López. Exasperante en grado máximo con su lánguida elegancia. Pero cada melodía tiene su tempo y anoche Jorge López sacó el metrónomo y lo ajusto a su compás para susurrarle una nana al partido hasta que lo calmó y lo recostó en su colchoncito de primera.
Con el 10, el único argentino de la historia sin mote, pegadito a la cal, Nico Bertolo. Tal vez sería Nico “el silencioso” Bertolo, porque nunca levanta la voz, no es canchero, no se pierde en rifirrafes ni suda sangre. Él sólo juega, como un niño en el parque, al margen de lo que ocurra en la calle. Nico sólo quiere divertirse y por eso le divierte jugar a banda cambiada y regatear y buscar la guarida del pillo donde nadie le espera. Y ese gesto inmutable en su cara. Salió a refrescar las ideas en el ataque, sustituyendo a Ander.
Y también estuvieron el crack Toni Doblas, el genuino Lanzaro, el impertérrito Pinter, el todavía tierno Obradovic, el veterano Edmilson, el feliz N’Daw, el complicado Sinama y el pequeño colombiano Marco Pérez. Sin olvidarnos de los que han acabado en la enfermería, de Il capo Contini y de nuestro querido Laguardia.
Les dirigió el manito, el hombre que vino a poner el tequila sobre la sal de nuestras heridas, Javier “el vasco” Aguirre. Ha sabido desde octubre adaptar el sistema a los jugadores y a los jugadores a la situación hasta que la coyuntura ha sucumbido a la fortaleza estructural que Javier Aguirre ha infundido al Real Zaragoza. Genio frente a las cámaras y con un aplomo admirable de puro merecido, ganado a base de buen trabajo y profesionalidad.
Ellos son nuestros chicos, la peor plantilla de la historia, una especie de engendro del Dr. Frankestein, los desahuciados, los que no valían, los que nadie quería, a los que nadie aplaudía. Hoy son la permanencia, el sol de medianoche en este frío polo norte, son nobleza y valor, bandera y orgullo, son la ilusión por seguir siendo y son todo esto por Ángel, por Rubén, por Chesus, por David, por José Antonio, por Alberto, por Ruth, por Rafa, por Javier, por Alfredo, por Esther, por Carlos, por Mari, por Jorge, por Berta, por Luis, por Alicia, por Irache, por Óscar, por Encarni, por Raquel, por Quique, por José Manuel, por Laura, por Juan, por María, por José, por Milagros, por Nuria, por Manolo, por Julia, por Ángeles, por Joaquín, por Luis Javier, por Chabi, por Raúl, por José Ignacio, por Carol, por Miguel, por Félix, por Sergio, por Jesús, por Ana, por Delfín, por Juan, por Fernando, por Mati, por Nacho, por Azahara, por Francisco, por Andoni, por Pedro, por Eli, por Ana Belén, por Bea, por Pilar, por Gabriel, por Santi, por Pablo, por Vicente, por Alfonso, por César, por Merche, por Mari Carmen… y miles de nombres más que sueñan cada noche en blanco y azul.
Gracias por sustentar nuestros sueños. Hasta la temporada que viene.
Ficha del partido:
Levante UD: Munúa, Cerra, Rodas, Ballesteros (Robusté, min. 72), Javi Venta, Xavi Torres, Pallardó, Xisco Muñoz (Rafa Jordá, min. 60), Jeff. Montero, Rubén (Silva, min. 55) y Stuani.
Real Zaragoza: Leo Franco, Diogo, Jarosik, Da Silva, Paredes, Gabi, Ponzio, Boutahar (Jorge López, min. 64), Ander (Nico Bertolo, min. 72), Lafita y Uche (Braulio, min. 55).
Goles: 0-1, Gabi (min. 39); 0-2, Gabi (min. 75); 1-2, Stuani (min. 80).
Árbitro: Fernández Borbalán (comité andaluz). Amonestó por el Real Zaragoza a Gabi (min. 56), Braulio (min. 67), Diogo (min. 80). Por el Levante a Torres (min. 34), Stuani (min. 46), Robusté (min. 80).
